UN PASEO POR EL PUEBLO

@abogadodelmar

Vengo de hacer la compra (aprovechando que aún hay comida en los supermercados, aunque no sé por cuánto tiempo). Por la otra acera y en mi misma dirección avanza una joven cajera de ese mismo establecimiento. Lleva dos bolsas con provisiones y a pesar de eso mientras camina está mirando la pantalla de su teléfono. Esta chica tenía un aspecto agradable hasta que decidió teñirse su negro pelo de blanco platino. Le queda peor que mal, pero esto es según mi criterio y no tiene por qué ser acertado. El caso es que la muchacha va mirando su móvil, que sujeta con la mano derecha al mismo tiempo que una de las dos bolsas. Sin duda lo que sucede en su mundo virtual compensa el sobreesfuerzo de ese bíceps.

Más adelante contemplo un espectáculo más qué raro . Un padre está jugando al fútbol con su hijo en la calle soleada. Apenas puedo dar crédito a mis ojos y sin embargo está ahí, delante de mi. No es realidad virtual. No es inteligencia artificial. Tampoco es un holograma. Pero esto no va con los tiempos y desde luego me reconcilia con la humanidad y me empuja a creer que hay esperanza. Padre e hijo no lo saben pero eso que hacen va contra el sistema.

Y eso no es todo. Hace unos días mi corazón se ensanchó y mis ojos casi se llenan de lágrimas al comprobar que en el tren de cercanías había una persona que NO estaba mirando su móvil. Y si me pedís más hay más. En el viaje de vuelta un hombre no sólo no miraba su teléfono sino que estaba leyendo un libro. s fijos en él. Estaba pasando las páginas. Era real. Bien es cierto que no se trataba de un joven, pero incluso así todas estas experiencias alimentan mi fe en el ser humano y me doy cuenta de que a pesar de las apariencias no todo está perdido.

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