UNO DE LOS NUESTROS

@abogadodelmar

Con mi amigo Toni, en la plaza Xuquer de Paiporta, 11.01.22

Supongo que todos conoceréis a un señor llamado Deepak Chopra. Hace tiempo escuché la versión sonora de su libro CÓMO CREAR ABUNDANCIA, una de cuyas secciones consistía en un listado de actitudes positivas que debíamos adoptar para atraer eso que todos queremos. Él proponía escuchar continuamente el listado, aún sin prestarle atención, para que quedase fijado en el subconsciente. Una de las ideas consistía en entregarnos con abandono ante cualquier situación nueva que se nos pudiera presentar y creo que la escuché las veces suficientes como para que calara en mí.

Creo que sería 2011 cuando recibí la propuesta de participar en una constelación familiar para tratar de resolver un problema de visión. El invento iba a tener lugar en un pueblo del cinturón de valencia llamado Paiporta, donde nunca había estado,  con personas a las que nunca antes había visto salvo mi amiga Mariam, que era la organizadora.

De ordinario me habría quedado en casa porque soy retraído, pero había escuchado ya el audiolibro las veces suficientes como para que cambiara mi forma de plantearme algunas cosas. 

La constelación se celebró creo que un domingo por la tarde en un piso que luego supe que pertenecía a uno de los presentes, a quien llamaban Toni. Este Toni era un hombre más bien callado, de baja estatura. A vista de mi situación mencionó que iba a intentar polarizarme. Yo no sabía qué era eso pero me sonaba bien y accedí a ser polarizado.

Según pude comprobar, la cosa consistía en aplicar a varias partes del cuerpo unos extraños filtros ópticos llamados comúnmente bioluminis . Con ellos se conseguían resultados espectaculares para curar todo tipo de patologías y en los meses siguientes me acostumbré a hacer viajes a Paiporta para tenderme en la camilla de Toni.

En 2014 mi problema de la vista se convirtió en una anécdota comparado con otro que surgió a principio de la primavera de aquel año. Este otro problema hacía precisa una cirugía muy delicada que traté sin éxito de impedir con el bioluminis. En el quirófano algo salió rematadamente mal y durante mi ingreso en planta estuve cerca de protagonizar un intento de fuga para que Toni pudiera aplicarme los filtros. Después me siguió tratando.

Pero en ese tiempo tuve ocasión de conocer a aquel hombre callado. Mi admiración y mi afecto por él fueron creciendo también de forma callada hasta convencerme de que Toni había sido un regalo del destino.

Aquel hombre era total y absolutamente increíble por muchas razones. Una de ellas es que se sacaba de la manga inventos inverosímiles de extraordinario efecto curativo, entre ellos un dispositivo metálico a base de aros que, colocado en el cartílago de la oreja, tenía la sorprendente virtud de neutralizar el cáncer de próstata. Otro era  una sustancia desintoxicante de gran potencia. Otro más era otra sustancia que combatía el párkinson. No sé si podéis haceros a la idea del privilegio que era para mí poder ser amigo de Toni y tener acceso a él para cualquier consulta o tratamiento. Ante los padecimientos de personas conocidas más raros y difíciles de tratar, lo llamaba y siempre tenía  una solución. 

Pero lo más asombroso era su carácter casi apocado, callado y tímido. Era esa combinación de sabiduría y modestia lo que lo hacía no ya único, sino propiamente mágico y esto lo he venido repitiendo así durante los últimos años. No es de ahora. De hecho lo comparaba continuamente con Josep Pamies, un personaje que aúna también esa doble cualidad: Sabiduría y modestia.

Me sentí como si me golpearan la cabeza con un pedrusco cuando ayer me dieron la noticia de su inesperada e incomprensible muerte. En los últimos tiempos me había acostumbrado a coger el coche los domingos y marcharme a Paiporta a comer con él en el chino. Cualquiera se sentiría de maravilla con la compañía y la conversación de aquel hombre con un sentido tan recto de la justicia y con un imperativo moral tan nítido pero en cambio sin asomo de arrogancia o de agresividad.

“Mande usted, señor”, me decía cada vez que me cogía el teléfono. Modesto, sabio, humilde y también servicial. A quienes fuimos sus amigos sólo nos cabe reconocer esa distinción, ese regalo que el universo quiso darnos con Toni.

Por eso puedo decir sin miedo a equivocarme que nunca había tenido y nunca tendré un amigo de su  calidad humana, y que  cosas  como esta amistad pasan sólo una vez en la vida. 

Cuando muere alguien, sobre todo un famoso, suele decirse que deja un gran vacío y que es irreemplazable. Normalmente todo eso son chorradas pero en este caso no. Todos sus muchos amigos estamos desolados y todos vamos a notar dolorosamente ese vacío y vamos a saber hasta qué punto Antonio Saneustaquio Tarazona es totalmente imposible de reemplazar porque un santo como él no nos es dado a los hombres sino quizá una vez cada quinientos años.

Oye Toni, déjame que te diga que has sido un poco cabrón ¿Tú que te has creído, que te pertenecías a ti mismo? No, hombre. Nos pertenecías a todos nosotros, a tus amigos. A Ana R. a Amparo, a Jose, a Maria, a Carlos, a David, a Lucía, a Ana C. , a Estefanía, a Juanjo, a Ana Belén , a Antonio, a Elena, a Estela, a Franvi y a otros muchos que te queríamos y te necesitábamos.

Creo hablar en nombre de todos si te digo con lágrimas en los ojos que con tu partida nos has puesto la vida más difícil, que ni te imaginas cuánto te vamos a echar de menos y que te deseamos un viaje seguro y fácil hacia tu nuevo hogar.

He titulado este artículo Uno de los nuestros, pero no es así. Toni no era uno más. El cielo sabe que era y será siempre el mejor de nosotros.